Durante la cruel dictadura de Enver Hoxha, que duró cuarenta años, ningún serbio podía viajar a la vecina Albania, sembrada de cientos de miles de bunkers. Hoy, después de los conflictos de Kosovo, son muy pocos los serbios que deciden visitar Albania. Los prejuicios y los malos gobernantes políticos han contribuido a una intolerancia latente entre ambas naciones. Hace tres años, Genc Permeti, un joven pintor y escritor y su colega Ilir Butka, productor de cine y también escritor, me invitaron inesperadamente a que exhibiera tres de mis películas en Tirana. Se trataba de
El polvorín (Cabaret Balkan),
Sueño de una noche de invierno, y
Los optimistas, la denominada "trilogía serbia". Tengo que reconocer que dudé en ir, pero insistieron tanto que al final decidí viajar a Tirana.
Durante el tiempo que mis películas se exhibieron, el único cine de Tirana se llenó totalmente. Incluso había gente de pie en los pasillos laterales. Hoy sigo recordando con enorme emoción la larguísima ovación del público al final de cada sesión y las preguntas que formularon. Todas fueron increíblemente sinceras, inteligentes y justas y no hicieron ninguna con mala intención. Lo que más me sorprendió fue que el público albano conocía casi todas mis primeras películas a través de copias pirateadas, que era la única forma de conocer películas serbias.
En mi primera estancia en Albania, en diciembre de 2006, me reuní con muchos intelectuales que al igual que yo, rechazaban los nacionalismos exacerbados. Descubrí que los albanos y los serbios, a pesar de hablar dos lenguas totalmente distintas, tienen mucho en común, sobre todo el profundo anhelo de ser parte de Europa. Durante las largas conversaciones saboreando un vaso de raki (brandy), nació la idea de unir esfuerzos y hacer una película que yo dirigiría con equipos de ambos países. Una semana después de regresar de Albania, escribí mi primera sinopsis.
Concebí la película como un tríptico. La historia albana, con la colaboración de Genc Permeti, es sobre una joven pareja que desea abandonar Albania porque las circunstancias no les permiten estar juntos. La siguiente, la historia serbia trata sobre una joven pareja que también quiere viajar a Europa occidental con la esperanza de tener mejor futuro que en Serbia. Por último, la tercera entrelaza los destinos de estas dos parejas. Sus historias se desarrollan en paralelo y ellos nunca llegan conocerse como suele ocurrir en otro tipo de películas. Pero estoy convencido de que al final de la película los espectadores tendrán la impresión de que estos jóvenes están en un mismo espacio imaginario mientras esperan a las puertas de Europa. Los albanos lo hacen en un puerto del sur de Italia y los serbios en la frontera húngara en un cuarto de una pequeña estación de tren. Pero después del amargo momento que viven en la frontera de ese mundo tan "rosa" amanece un nuevo día para ambos.
La creación conjunta de esta película, la primera coproducción serbo-albanesa, que enseguida adoptó el título de "Honeymoons", se hizo realidad un año después cuando recibió ayudas financieras del Ministerio de Cultura de Serbia y del Centro Nacional de Cine de Albania, así como de la Comisión de Cine de Apulia. El rodaje se desarrolló sin grandes dificultades a pesar de que todos se comunicaban en una mezcla de inglés, francés, italiano... Después de dos meses juntos, las despedidas entre los equipos técnicos serbio y albano fueron muy emotivas, casi melodramáticas. Todo el mundo tenía lágrimas en los ojos. Todos queríamos rodar juntos otra película... y otra más... Hay que subrayar que los actores serbios y albanos no se conocían a pesar de haber trabajado en la misma película. Se vieron por primera vez en el Festival de Cine de Venecia.
Goran Paskaljevic